Utiliza el perdón para aumentar tu autoestima

Muchas personas viven la vida sufriendo por el pasado. Recordando las ofensas y el daño que otras personas les han causado: rumores maliciosos, insultos, desprecio, violencia física. A lo largo de nuestras vidas interactuamos con decenas, cientos de otros seres humanos y es normal que en algún momento se provoquen fricciones que nos pueden herir (a unos más que a otros). Es algo que escapa a nuestro control.

Lo malo es cuando la gente carga con el resultado de estas fricciones durante días, semanas, incluso años. Pasa el tiempo y se vuelve un hábito recordar aquel insulto que nos hirió tanto, aquella bofetada, la humillación que nos hicieron pasar por una broma maliciosa. El suceso pasó, vino y se fue, pero su efecto sigue madurando, macerándose en nuestra mente. Sigue infectando lentamente nuestra autoestima, carcomiéndola e inutilizándola hasta que no somos más que el reflejo constante de una persona herida.

Al final, ¿qué nos hizo más daño, el insulto o nuestro empeño en recordar una y otra vez lo que nos hizo sentir?

Para neutralizar la picadura de una abeja hay quien le echa vinagre. Para neutralizar el dolor de la humillación, lo mejor es utilizar el perdón. Perdonar no es de tontos. No es de débiles; hay que ser muy valiente para perdonar realmente a alguien que nos ha hecho daño. Perdonar es de valientes. Es de SERES HUMANOS con mayúsculas. Perdonar de verdad a alguien que te ha herido no sólo es demostrar al mundo lo íntegro que eres, sino que también te ayudará a aumentar tu autoestima hasta que sea como un yelmo de metal.