Categorías
Autoayuda

A la porra los demás. Sé egoísta y haz lo que realmente quieres hacer

Nota: Este es un artículo escrito a cuatro manos. La última parte, cortesía de un servidor.

autoayuda online

Fotografía por Bruce Tuten

Cada día que pasa me encuentro a más gente que parece no saber qué hacer con su vida. Cuando éramos pequeños pasábamos horas decidiendo qué juguete pedir para navidades; si éramos chicos dudábamos entre un coche con llamas de fuego, o un dinosaurio. Si éramos chicas, no sabíamos si elegir la muñeca que tomaba biberón o la que no paraba de llorar hasta que le cambiabas el pañal. Hoy en día hay mucha gente que no para de llorar tampoco, lo mismo que la muñeca, pero estos no tienen ningún botón de apagado, ninguna pila que quitar para que cese el llanto.

Hay otros que aún siguen tomando del biberón de la madre. Les falta madurez, ya que al fin y al cabo, muchas de las veces por las cuales lloramos no dejan de ser de alguna manera debido a falta de madurez. Tras escribir esto último quizás pueda ganarme algún enemigo, pero al fin y al cabo me estarían dando la razón en lo que digo. Me explico: desde mi punto de vista esta vida es ya… -por no usar una palabra mal sonante…- demasiado ‘complicada’ como para llorar porque nuestra amiga se haya ido con el chico que nos gusta, o porque el chico que nos gusta no nos ha respondido en el chat —ejem, patético (algún día hablaremos sobre como afectan las nuevas tecnologías psicológicamente…).

Deberíamos de guardar nuestras lágrimas para cuando nos enterarnos de que a nuestra madre le han diagnosticado un cáncer de mama o llorar tras el funeral de nuestro padre, pero JAMÁS llorar por cosas que no merecen nuestro llanto. En vez de desahogarnos (la escusa que mucha gente usa a modo de comodín) en verdad lo que mayormente consiguen las lágrimas, es hundirnos mucho más. Por ello a veces es bueno tener a alguien al lado que actúe como nuestro psicólogo personal y nos diga un: “Despierta, deja de llorar, mírate en el espejo”.

Lo que hacen muchas amigas y amigos de hoy en día, esos a los que vas a contarles tus problemas, es… digamos… consolarte, sí, ya que por eso supuestamente acudimos a ellos, pero, normalmente, casi todos te van a decir lo que quieres escuchar, y no van a tener el valor a decirte las cosas claras, sino que al fin y al cabo lo que harán será darte consejos de filosofía barata, palabras “decoradas” con el fin hacerte sentir bien y darle morfina a tu problema. Cuando lo que hay que hacer es curar el problema de raíz, incluso aunque eso signifique llegar a amputar tu problema. Cualquier cosa vale para que no se gangrene de tristeza el resto de cuerpo, para evitar que un pequeño problema te lleve a terminar con una depresión de caballo, que ni aunque viviendo en el paraíso y desayunando cereales con antidepresivos seas capaz de recuperarte.

Una de las causas principales de las depresiones pueden ser la sensación de sentirse estar en una jaula, aislado, incluso a veces -peor aún- en una de esas cajas de cartón donde todo esta más oscuro aún -ya que por lo menos en una jaula tienes vistas al exterior- sentirnos atrapados, y tener únicamente esos pequeños agujeros hechos con un bolígrafo atravesando el cartón, como nuestros únicos orificios para poder respirar… ¿Cuál es la solución? ¿Llorar? ¿Llorar más aún? ¡NO! La solución es coger fuerza y ROMPER ESA JAULA, ROMPER ESA CAJA DE CARTÓN, salir de ahí con TODA NUESTRA FUERZA, no mirar atrás, y una vez estemos libres, darle una patada y mandar bien lejos esa jaula, hacerla volar como si de un pájaro de esos que suelen encerrar se tratara, y a la caja de cartón le daremos tremendo pisotón para así, no solo haber logrado escapar de nuestra problema, sino también asegurarnos de que jamás podamos volver a ser prisioneros de esas malditas cuatro paredes de cartón.

Bien… ya lo hice, he salido, por fin me he atrevido, he dejado de llorar -por el momento- ¿Qué hago ahora?

¿Qué es lo que hace un preso después de volver a la libertad?

Unos hacen lo que no han podido hacer durante todos esos años. Ellos habrán estado encerrados en una prisión de las de verdad, pero la tuya no se diferencia mucho de haber pasado condena, al fin y al cabo, a pesar de haber estado en libertad y con una vida normal, tu particular condena psicológica te ha hecho sentir como si de una celda de aislamiento se tratase, por lo que no has podido disfrutar de la vida como veías hacerlo a tu vecina, o a tu mejor amiga. Es por ello que tras haber roto tu caja o tu jaula, debes de actuar ahora como un preso salido de la cárcel (y, no, no nos referimos a que debes asesinar a tu ex-pareja por la cual en parte estuviste con depresión) sino a que hagas “la otra cosa” que suelen hacer los presos al salir: ESCAPAR. Irte bien lejos. Alejarte de todos tus problemas. A la porra tus problemas. Se egoísta y céntrate en lo que realmente quieres hacer.

¿Quisiste ir siempre de vacaciones a USA y cruzar con coche la Ruta 66? Deja este artículo ahora mismo, abre una nueva pestaña en tu explorador y compra un billete de avión para ya mismo. Ya pedirás las vacaciones en el trabajo mañana. DISFRUTA DE LA VIDA, haz locuras, no pienses en los demás, piensa en ti. ¿Que no tienes a nadie quien te acompañe? «MEEEEEEEEC» error, ¿ves? ¡Mal! No pienses en los demás, piensa en ti, largate sólo o sola, en tu viaje conocerás gente, harás amigos, vivirás la aventura, vive la aventura.

Marcharte bien lejos de todos aquellos escenarios que ya te sabes de memoria y en los que además viviste día y noche acarreando con tus problemas -sean los que sean- es lo mejor que puedes hacer. Sea en coche por USA con nada más que unas maletas y unas gafas de sol; en Japón, de Safari por Kenya, de shopping por Roma o París, de viaje espiritual por la India, o a descansar unos días dentro de un jacuzzy del SPA de la ciudad al lado de la tuya. Hazlo. Piensa en ti. Gasta en ti. Disfruta en ti. Te lo mereces.

autoayuda sé egoístaFotografía por Nosha 

Elimina lo que no necesites

En el mundo moderno estamos acostumbrados a rodearnos de un montón de cosas: libros, notas de post-it, folletos, bolígrafos y rotuladores que ya no pintan, recibos viejos, ropa que nunca utilizamos ni utilizaremos… la realidad es no necesitamos la mayoría de esta basura. Es basura que nos atrapa, que nos mantiene anclados como las pesadas bolas con grillete para prisioneros. ¿Qué tal coger un par de horas, una bolsa grande de basura y hacer limpieza general? Todo lo que no necesitas realmente, son cosas que no te permiten despegar.

Lo mismo ocurre con personas. Piensa un momento… ¿hay algún amigo, familiar o compañero que te está tocando un poco las narices? ¿Realmente necesitas en tu vida a alguien tan pesado? Hace tiempo decidí que yo no necesitaba dramas en mi vida: amigo o novio que trajera dramas sería eliminado al instante y sin reconsideraciones. Y así lo hice. ¿Dolió un poco? Sí. ¿Valió la pena? Muchísimo.

Haz lo que realmente te gusta hacer

La expectativa de vida en España es de unos 81 años. Ahora mismo, tengo 29, así que me quedan unos 52 años. La tercera parte de estos 52 años los utilizaré en cosas inevitables (ir al baño, dormir, pagar los impuestos…). Así que realmente me quedan 34 años de vida. Coincidirás conmigo en que cada año se pasa más rápido que el anterior, 10 años se pasan volando. ¿Realmente crees que voy a utilizar mis 34 años gastando mi energía en un trabajo que no me gusta? ¿Pasando el tiempo con gente que no me gusta? Imagino que ya habrás sacado la calculadora para ver cuántos años te quedan. ¿Qué quieres hacer realmente con esos años?

Sé despiadado con tu tiempo

Esto lo aprendí de Tim Ferriss. Tu tiempo es valioso y muchas personas lo roban sin ninguna vergüenza, fastidiando no sólo tu productividad, sino haciendo que esos pocos años de vida que tienes se pierdan en bobadas. La solución es que empieces a ser despiadado con tu tiempo. Contesta emails sólo dos veces por semana y sólo si son urgentes. No le des tu teléfono a nadie. No contestes mensajes de texto. Whatsapp es caca, ni se te ocurra tocarlo. Conéctate a Facebook sólo diez minutos por semana. No veas lo que otros comparten, céntrate en tu muro cuando lo hagas. Es mejor si borras tu cuenta de Facebook. Sé despiadado con tu tiempo. Así tendrás más para compartirlo con los dos o tres humanos que valen realmente la pena.

Céntrate en lo que quieres para TU futuro

Nuestros padres nos aman. Nos adoran. Quieren lo mejor para nuestro futuro, aunque para hacerlo tengan que controlarnos, obligarnos y manipular nuestras decisiones. Lo mismo ocurre con algunos amigos con bienintencionados consejos. ¿Nunca te ha pasado que quieres hacer algo, sabes que está bien hacerlo, sabes que es lo que deberías hacer, pero la gente no hace más que desanimarte a que lo hagas? Me pasó hace años cuando quise empezar una ONG. “Demasiado papeleo”, decían. “No es tu trabajo ayudar a esos niños”, decían. “Te meterás en problemas”, decían. Lo hice de todas formas y no me arrepiento. Aunque hoy en día ya no soy el presidente de esa organización no lucrativa, sigue trabajando y ayudando a muchos niños necesitados. Estoy orgulloso de no haber escuchado a mi madre ni a mis bienintencionados amigos.

Me gusta vivir así. Tengo en cuenta sus opiniones y a veces las comparto, pero la última decisión SIEMPRE es mía. Soy un cabezotas y me gusta que sea así.

Quieres estudiar algo que a tus padres no les gusta. Ellos prefieren que tengas una profesión “de futuro”. Déjame decirte algo: odiarás esa profesión de futuro. Serás tan malo en ella, que posiblemente nunca acabes la carrera, o nunca te asciendan. Quizá incluso lleguen a despedirte por lo malo que eres. El mundo está lleno de “profesionales de futuro” mediocres. Necesitamos profesionales que adoren y sientan pasión por su trabajo.

Lo mismo sirve para otras decisiones de tu vida. ¿Quieres mudarte a una capital? ¿Al campo? ¿Quieres tener un hijo? ¿Quieres hacerte una cirugía estética?

Ayuda a las personas de forma selectiva

Me encanta ayudar a otras personas. Me gusta compartir mi dinero, mi tiempo y mis palabras con gente que lo necesita. Lo malo es cuando tienes una cola larga de personas que creen que realmente necesitan ayuda. Eso me pasó con este blog y con uno anterior: emails y más emails con largas historias pidiendo mi consejo. Necesitaba horas para contestarlas todas, a cambio de nada. Era frustrante. Por eso ahora ya no contesto emails de ese tipo, ni comentarios de ese tipo. Prefiero ayudar sólo a aquellos que me apetece ayudar, casi siempre niños. Me gustan los niños, cada minuto que paso con ellos es un buen minuto de vida. Al cuerno el resto de las personas; sólo soy un hombre, una pequeña mota de polvo en el Universo, que pronto desaparecerá. He decidido que utilizaré mi tiempo, energía y dinero a ayudar a gente a la que quiero ayudar. Es mucho mejor que nada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *